MANDALAS

 

Seguro que habéis visto un mandala en alguna ocasión.  O en muchas. Y nos gustan, claro que sí: son bonitos, de colores alegres, limpios de formas… Pero el agrado que nos inspira su contemplación o el atractivo que puedan ejercer sobre nosotros van más allá de la estética.

¿Qué es un mandala? ¿Qué significado encierra? ¿Por qué nos inspira esa complacencia que parece ir más allá de lo meramente artístico?

Mandala es una palabra de origen sánscrito que significa círculo. Aquí aparece el primer dato revelador: el círculo, la forma perfecta. El símbolo del Cosmos y de la Eternidad. Lo que no tiene ni principio ni fin.

Observamos que ese círculo contiene otras formas bien geométricas, bien figurativas o ambas. Que esas formas son de diferentes colores y que están articuladas en torno a un centro. Que la organización del dibujo se basa en la correspondencia de los diseños representados. Con estos componentes, el resultado final es, por tanto, una combinación de Armonía y de Equilibrio, de Orden y de Belleza.  ¿Y qué es el Cosmos en estado puro sino eso precisamente: Orden y Belleza?

Y aquí se desvela el verdadero cometido de los mandalas: la práctica de la meditación. Porque organiza y reubica la mente y el espíritu y los conecta con la Energía Universal debido a que las figuras representadas actúan a un nivel inconsciente. El fin primordial del mandala es el contemplativo, sí, un camino hacia la mística, al equilibrio y a la purificación.

Está presente en todas las culturas de alguna forma. Un ejemplo cercano son las vidrieras de nuestras catedrales (sí, amigos) que pueden considerarse  mandalas  tanto en cuanto aspiran a despertar la Iluminación en quienes las contemplan u oran ante ellas, a encontrar la conexión entre lo terrenal y lo espiritual. El arte gótico es el estilo artístico occidental con mayor vocación espiritual.

Parte de ese sentido meditativo está también implícito en el proceso de creación por el significado profundo y revelador que ese mismo proceso creativo entraña: la creación es un camino en cuyo desarrollo se constatan las vivencias y se aspira a la divinidad. De hecho, entre los tibetanos está muy extendida una modalidad de manufactura de mandalas que son los creados con arenas de colores: se crea el mandala, se medita sobre él y luego se destruye. A la enseñanza que entraña el proceso creativo, se añade la enseñanza de la impermanencia, lo efímero de la materia rendida al cambio continuo.

Mención especial merecen los yantras. Ambos (yantra y mandala) son diagramas sagrados utilizados por el hinduismo y el budismo como representación de las estructuras del Universo y del Ser Humano, considerado éste último como una réplica microcósmica del macrocosmos. La diferencia entre ambos es que los yantras son lineales y geométricos y los mandalas, figurativos.

Es interesante señalar que, de un tiempo a esta parte, se está extendiendo de manera notable la utilización de los mandalas con fines terapéuticos. Esto se debe precisamente (como en su función meditativa) a la incidencia que su contemplación y confección ejercen sobre estratos profundos de nuestra percepción.

El primero que le otorgó este fin terapéutico fue el psiquiatra suizo Carl Jung. Visionario y avanzado a su tiempo tanto en su profesión como en su personalidad, Jung estaba muy vinculado a la mística oriental. Comenzó a utilizar los mandalas como terapia en el tratamiento de los trastornos padecidos por los combatientes de la Primera Guerra Mundial. Él mismo dibujaba un mandala cada mañana como manera de explorar el inconsciente en el momento adecuado: los primeros momentos de vigilia tras el sueño nocturno. Afirmaba que en los mandalas  se encontraba la representación arquetípica del inconsciente colectivo.

Una vez repasados brevemente el origen y las funciones de los mandalas, cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de experimentar sus beneficios. Una forma sencilla y asequible de iniciarse es la de colorear plantillas de mandalas: la elección de formas y colores revelará mucho acerca de tu estado de ánimo y, además, es una manera fácil de relajarse.

Formas:

-Círculo: lo absoluto.

Cuadrado: equilibrio y estabilidad.

Espiral: energías curativas.

Cruz: decisiones

Hexágono: unión de contrarios

Estrella: libertad, espiritualidad.

Pentágono: los cuatro elementos…

Colores:

Negro: tristeza, misterio.

Blanco: purificación, iluminación.

-Verde: esperanza, crecimiento, Naturaleza.

Azul: paz, alegría.

Rojo: energía, vitalidad, sensualidad.

Amarillo: el sol, la luz

Violeta: espiritualidad.

Plata: capacidades psíquicas.

Dorado: sabiduría.

Prueba el “mandalismo”…