HISTORIA DE LA ASTROLOGÍA. ORÍGENES

“La Astrología es una ciencia y contiene el conocimiento que nos ilumina. Me enseñó mucho y le debo mucho. Las pruebas geofísicas descubren el poder de las estrellas y los planetas en relación con la Tierra. A cambio, la Astrología lo confirma. Por eso, la Astrología es un elixir para la Humanidad.”

Albert Einstein

Conocer la génesis de las cosas quizá no sea determinante para su entendimiento (ateniéndonos, claro está, a un nivel racional, no intuitivo) pero sí favorece esa comprensión. En la actualidad, todo el mundo sabe qué es la Astrología. Pero el conocimiento que tiene de ella el gran público es, en general, superficial.

Para la mayoría de la gente, la aplicación y el significado de la Astrología no van más allá de la lectura de los horóscopos de las revistas y diarios o de cualquiera de las webs que abundan en la red. Y esta lectura, además, suele juzgarse a menudo desde cierta distancia y/o escepticismo e incluso la nula credibilidad que se otorga a estas predicciones.

Sin embargo, la Astrología es una ciencia antiquísima, tanto como la misma Historia, y se asienta sobre unas bases que son totalmente ajenas a esos tintes arbitrarios que le otorga el común de las personas. De hecho, la Astrología enlaza desde sus inicios con el afán de trascendencia que ha acompañado al ser humano desde que se hizo consciente de la finitud de la vida terrenal y de la vastedad del Universo.

La palabra “astrología” proviene del griego clásico y significa “doctrina de los astros”. Es decir, sustenta la teoría de una correspondencia entre el nivel planetario y el terrestre.

Naturalmente, es difícil establecer un comienzo concreto. Pero es unánime entre los historiadores el  fijar sus inicios en Mesopotamia por contar ya entonces con testimonios escritos. Como todos sabemos, la cronología establecida académicamente hace coincidir el inicio de la Historia con la aparición de la escritura (en este caso la cuneiforme) y ésta tuvo lugar en las tierras entre el Tigris y el Eúfrates (Mesopotamia: tierra entre dos ríos, en griego clásico) hacia el 4.000 a.C.

No obstante, mencionar que en ciertos hallazgos arqueológicos (datados durante la Edad del Bronce) es evidente la existencia de un culto al Sol y a la Luna en un contexto religioso o, al menos, mitológico.  La agrupación megalítica de Stonehenge es un claro ejemplo de ello y su correspondencia astrológica es menos tosca de lo que a primera vista pudiera parecer.

MESOPOTAMIA.

Indudablemente, es en el seno de la civilización mesopotámica donde se sientan bases sólidas y se pergeña el entramado de la Astrología como ciencia. Lo que entendemos por civilización mesopotámica abarca diferentes culturas cercanas geográficamente que, debido a las guerras y transacciones comerciales, acabaron fusionándose y alcanzaron su apogeo durante el Imperio Babilónico.

La condición politeísta de su religión (salpicada de augurios y sacrificios rituales) les impulsó a observar los movimientos de las estrellas y a identificar éstas con los dioses de su panteón. De hecho, la Astronomía afloró como ciencia matemática para sustentar las interpretaciones astrológicas puesto que éstas tenían una importante presencia en el mundo religioso, público y político.

Fue el famoso rey Hammurabi quien dio forma al Imperio en todos sus ámbitos, incluido el referido a la Astrología/Astronomía. Con él se constituye el calendario unitario de doce meses y se asignan los doce signos por mes. Asimismo, se comienzan a estudiar las fases de la Luna y el movimiento de los planetas. Y como instrumento preciso de cálculo surgen los primeros astrolabios.

En cuanto a los estudiosos de la materia, los astrólogos recibían una completa formación en los templos. Contaban con una consideración altísima: eran parte de los estratos intelectuales y religiosos superiores y entre sus cometidos estaba el de ser asesores del rey.

Hacia el siglo V a.C. tiene lugar el establecimiento del Zodiaco. Se dividió la elíptica (la franja por la cual transita el Sol a lo largo del año) en doce segmentos de igual tamaño y éstos, a su vez, en cuatro grupos de tres signos. También durante esta época se consignaron las llamadas “efemérides” que son los cálculos  detallados de los movimientos del Sol, la Luna y los planetas. Este cálculo permite la confección de horóscopos y pronósticos de una manera precisa.

EGIPTO.

La civilización egipcia difiere de la mesopotámica en el concepto y aplicación de la  Astrología, ciencia también muy presente en todos los ámbitos y que contaba asimismo con gran prestigio y predicamento en la sociedad.

Pero en el Imperio egipcio, a diferencia del babilonio, la práctica de la Astrología estaba vinculada a la magia y las ciencias ocultas y el Sol, más allá de un planeta estaba considerado como una fuerza divina (Ra).

ÉPOCA CLÁSICA: GRECIA Y ROMA.

Las pautas de la Astrología y la Astronomía en la época clásica se desarrollan a partir de las iniciadas y asentadas durante el Imperio Babilonio y reforzadas por la influencia de los filósofos y eruditos griegos, en especial los correspondientes a la época helenística.

GRECIA.

Platón aborda la Astrología desde la mística y su discípulo Aristóteles se inclina por aportar un matiz científico. Como vemos, dos de los filósofos más importantes de la Historia se ocuparon y consideraron las materias astrológicas como un asunto de enjundia y digno de un estudio serio. La influencia de estos dos patrones cosmológicos se prolonga hasta la astrología medieval y moderna e, indudablemente, contribuyeron a aumentar su prestigio como materia respetada.

Es interesante mencionar que este matiz filosófico y erudito se refleja, además, en una cuestión muy debatida en ese momento y que, aún ahora, es objeto de controversia: ¿Hasta qué punto está determinado nuestro destino? ¿Se puede conocer con antelación? ¿Qué fuerzas poderosas intervienen en ello?   Y la respuesta de las escuelas filosóficas es la siguiente: puesto que las partes del Cosmos están interrelacionadas, la correspondencia de los astros y de los hombres participa de esa relación. Para los filósofos griegos estaba fuera de toda duda que los astros influyen en el destino humano.

Y continuando con este devenir filosófico, la siguiente cuestión planteada sería: entonces, ¿qué libre albedrío corresponde al hombre si su destino viene marcado por los astros? La respuesta es sumamente interesante (aunque rebatible, claro está): el conocer su destino y actuar en consonancia con él es lo que otorga al hombre el libre albedrío puesto que de esta manera asume las obligaciones que se le han impuesto.

ROMA

La civilización romana comparte con la egipcia ese matiz esotérico y mágico y su desarrollo crece sobre todo a partir  del periodo imperial temprano. Todos los emperadores romanos consultaron con los astrólogos en los diferentes aspectos de su vida, tanto personal como pública y política. Y, también, como en Egipto, contaban con un gran prestigio social y predicamento. De hecho, existían dinastías de astrólogos.

Y esto fue así hasta que la ciencia de los astros fue objeto de debate en los sucesivos concilios que se sucedieron en los primeros tiempos de la Iglesia. Finalmente, la Astrología fue considerada como una forma de magia y hechicería y, con ello, relegada y sometida al rechazo y descrédito como parte de las doctrinas y creencias  paganas. Por ello, se prohibió expresamente a los cristianos toda práctica y consulta relacionada con ella  y quedó en la sombra durante un extenso periodo de tiempo.

 

Cómo sobrevivió a esos tiempos y de su resurgimiento, hablaremos en siguientes capítulos.