La parábola de la semilla de sésamo

“Una joven y afligida madre, lamentando la muerte de su bebé, busca consejo en Buda.  La mujer explica a Buda su insoportable pesar y su incapacidad para reponerse a esa devastadora pérdida.

Buda le pide que llame a todas las puertas del pueblo y pida una semilla de sésamo en cada casa en la que no se haya conocido la muerte.  Después, deberá traérselas a él.  Ella, obediente, va de puerta en puerta y, mientras sale con las manos vacías de cada una de las casas, comprende que no hay ningún hogar que no haya sido azotado por la muerte.  La mujer regresa donde Buda sin semilla alguna, y Buda le dice lo que ella ya ha comprendido: que no está sola. 

La muerte es algo que alcanza a todos, a cada familia.  Es sólo una cuestión de tiempo. Lo que es inevitable, le dice el maestro, no debe lamentarse en exceso.”

El sufrimiento y el deseo de ser felices lo tenemos todos los seres humanos, es lo que conocemos como Humanidad Compartida, no estamos solos, el sufrimiento es común a todos. Al aceptarlo, deja de ser lastima o pena; porque hoy me toca a mí y mañana le pasará a otros.

Lo importante es tener los recursos suficientes para mejorar, aprender a cuidarnos cuando lo estamos pasando mal o atravesando una crisis y no convertirnos en víctimas. Aceptar lo que viene porque es lo que nos conviene, aunque muchas veces no entendemos por qué y para qué suceden las cosas… deja de pelear, de resistirte y de luchar.

Aprende a vivir desde la calma y la quietud y desde ahí cultiva las tres «A» de Mindfulness: Atención plena, Aceptación y Amabilidad con uno mismo.

Carmen López